miércoles, diciembre 09, 2009

Que la hipocresía que pregonas
se duerma a tu lado y te despierte.

Que la soledad que te envuelve
se covierta en sombras.

Que tu amarga existencia
te abofetee la cara.

Que tu riqueza no te alegre.
Que tus amores no te besen.
Que tus pasos no se acerquen.
Que tus llantos no se sequen.

          Hoy abrí la ventana
          y vi el sol.

          Hoy abriste la ventana
          y el sol se te escondió.

Mario A. Santos

Bueno, luego de muchos -demasiados- meses, he vuelto. Las cosas que han sucedido en este tiempo, me han servido para aprender que en este mundo hay gente muy buena, y gente muy desgraciada.

Promesas aparecieron... en mentiras se convirtieron. En algún momento, publicaré algo más de esto, ya que encontré que hay personas que engañan y engaños que se personifican.

Sin embargo, el aire vuelve, el sol vuelve, la vida vuelve y yo también.

Además, tengo de nuevo internet.

Salud.

jueves, febrero 15, 2007

Nuevamente, pasé por este rinconcito y pensé en dejar unas cuantas historias más. Algunas reflejan la vida, en otras, la vida se refleja.

Un abrazo grande.

Cronopio Azul.

Un agónico lunes se pierde
en un reloj.


Yo, sentado en un espacio
sin lugar definido, te
espero.
Vos pasás y no me ves.
Y caminás... y te alejás.


Un agónico lunes se pierde
en un reloj.
La tarde se desvanece,
y yo apago el Sol.


Mario A. Santos

Te hablé,
y tú callaste.
Te llamé,
y tú callaste.
Te miré,
y tú callaste.
Te amé,
y tú callaste.
Te amé,
y tú callaste.
Te amé,
y tú callaste.


Hoy yo callo
y tú hablas.
¿Por qué?


Mario A. Santos

Infeliz espera que me cuelga de un hilo
sin saber si tus labios dirán sí o no.
Con la seguridad guardada en algún lugar
que no recuerdo dónde quedó.

Sabes que te quiero y juegas
con mi corazón.
Sabes que te adoro y vuelas
en torno a mi amor.


Un signo, una señal espero del cielo
y sigue sin llegar. O tal vez se demora.
Mi pecho no soporta mis latidos.
Los días ya no existen. Las noches quedan solas.

¿Qué dirás? ¿Qué haré?


Ya no calles
Háblame.


Mario A. Santos

Háblame...
Esta noche es la noche de los tiempos
y en soledades oscuras yo me encuentro
sin saber por qué.


Mírame...
Verde selva son mis ojos ya dormidos
y en un fondo de visiones escondido
estoy yo.


Créeme...
Soy la llama de una vela derretida.
Soy el humo de una llama extinguida,
que ahora pertenece al viento.


Escúchame...
Mi voz se está esfumando.
Mis palabras, callando.
Soy solo silencio...


Olvídame...
Olvídame...
Olvídame...


Mañana, al despertar, descubrirás
que fui solo otro sueño
que tu mente creó.
Y luego a mí volverás
y seré nuevamente
en el mundo que soñaras.


Mario A. Santos

Dime mi niña:
¿qué ocultas en tu mirada?
Acaso azules de luna.
Acaso punzones de plata.
¿Qué escondes cuando en las noches
cierras tus ojos de lágrimas?
Acaso silencios eternos.
Acaso los cielos de agua.
Dime mi niña:
¿qué ocultas en tu mirada?

Mario A. Santos

lunes, noviembre 06, 2006

El tiempo pasa, la vida pasa, las historias pasan...

El ruido y el silencio se encargan de hacer olvidar. Renacer otra vez. Ver el sol brillando allá arriba y sentir nuevamente el aire golpeando la cara y la lluvia mojándote... A veces, la vida se pone linda. Hoy, es más aún.

Gracias por esperar. Acá van cinco más.

Un abrazo grande.

Mario.

Llega el punto en que una luz
apagada nos separa del aire
y retorcido entre una sábana
con olores de mar y cielo
no puedo cerrar mis ojos
y caigo en tu pensamiento
de frío y silencio.

Mario A. Santos

Hoy te recuerdo con la claridad
de la nieve que en las noches
de verano cubre los techos de las calles.

Eras rubia o morena.
Eras agua o eras tierra.
Te reías o llorabas.
Te acercabas o alejabas.


Hoy te olvido con la oscuridad
de los soles que en los días
de invierno se tapan con los suelos de los cielos.

Mario A. Santos

Recordarte...
Tu voz, tus manos, tus ojos.
Tu sonrisa que era cómplice
de mi mirada.
El tiempo que éramos libres
y los sueños nos rodeaban.
Volar por el azul.
De la tierra despegar.
Enseñarte a hablar
con el viento
y a los árboles
escuchar.
Recordarte...
Lo hermoso que fue amarte.
En mis brazos cobijarte
es un sueño del ayer.
Verte cada día
de otra mano cada día
cuando fui yo quien te dejó ir...


Mario A. Santos

Dios, ¿y ahora qué va a pasar?
Tus manos palparon mis palabras
y temblaron al sentirlas.
Tu corazón latió nuevamente.
Tu vida revivió.
Si, temblaste al escucharme
y lloraste al leerme.
Ahora estoy en tus manos
y tienes la posibilidad de cerrarme,
de olvidarme,
de olvidarte...
¿Olvidar, cómo?
Si el tiempo en que te tuve
pude pararme sobre la luna.
Si el tiempo en que me tuviste
te hice olvidar del sol.
¿Y ahora qué va a pasar?
Nuestros caminos
siguieron nortes diferentes,
y al final del camino
nos volvemos a encontrar.

- ¿Me amas?
- Como no te puedes imaginar
- ¿Me amas?
- Yo nunca te pude olvidar.


Y el cielo fue testigo
del arte de amar.

Mario A. Santos

Vendrá la noche
con su carga de sombras y fantasmas.
Será la oscuridad
la que envuelva mi alma.


Vendrán aquellos sueños
que en miedos dejarán a mi cuerpo.
Será la soledad
quien estará en mi lecho.


Mis manos buscarán
tus labios, tus senos, tus cabellos.
Mi voz te llamar
y solo oirá su eco.


Será la oscuridad
fría, y yo solo.
Vendrá la muerte
y tendrá de tus ojos.


Mario A. Santos

viernes, agosto 04, 2006

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me metí por acá.

El laburo, a veces, se puso insoportable. La vida, a veces, se puso insoportable. La gente, a veces, se puso insoportable. En fin, he estado metido de cabeza en un día a día que pocas veces me dejaba ver que afuera se estaba haciendo de noche, o que salía el sol.

Hoy tuve un ratito libre.

Un abrazo a todos.

Mario.

Esperando tu respuesta.
Carcomiendo mi ser.
Destruyendo mis razonamientos.
Enloqueciendo cada día.
Muriendo cada segundo.
Pensando en qué pensarás.
Llorando todas las noches.
Gritando a cielo abierto.
Callando mis pensamientos.
Amando todo tu cuerpo.

¿Y todavía preguntas
qué estoy haciendo?

Mario A. Santos

La vida.
Secuencia de puntos suspensivos,
de dudas y certezas.
Esta vida.
Minutos que en giros de agujas
se escapan de las manos.
Mi vida.
El inconstante ritmo frenético
de locura y razón.
Tu vida.
La lejanía que nunca se acerca...

Desespero al murmurar tu nombre,
al decir tu nombre,
al gritar tu nombre.
Desespero al saber
que no me puedes escuchar.

Y callo.

Mario A. Santos

Un adiós
sobre un papel
sobre un mantel
sobre una mesa
sobre patas
sobre baldosas
sobre un piso
sobre tierra
sobre el mundo
sobre el cual
sobre la tierra,
sobre un piso,
sobre baldosas,
sobre una silla,
y apoyado
sobre mis brazos cruzados
sobre una mesa,
lloro yo.

Mario A. Santos

Nace y crece
y vuela y corre
y juega y se enreda
y sonríe y me mira
y grita y se calla
y luego en una nube
se va...
y se aleja.

Mis ojos quedaron ciegos.
Mi amor por ti se fue.

El vacío llena mi espacio.

Mario A. Santos

Este correr por las diagonales
escapándole a la luz.
Esta vida marginal del mundo
de la ciencia y la razón.
Este odiar cualquier billete
y su alta y puta sociedad.
Este amar al aire puro
y a las alas de el mar.
Este asco por caretas
que me hacen vomitar.
Este encontrar hombres falsos
y mujeres de plástico que aborrezco.
Este...


¿Por qué me quedé solo?
Acaso estoy pecando
por amarte vida.
Yo sigo acá, los que se fueron
son ellos.
Yo sigo vivoy de ellos ya
no sé nada...
ni siquiera los recuerdo.

Mario A. Santos

Cayeron los vidrios rotos de un sueño
que partieron los surcos de mis venas
que dejaron que fluyera la sangre
que habitaba en el interior de este cuerpo
que en las noches se quebraba en lamentos
que nacieron de los amores ya muertos
que impregnados fueron en vidrios de sueño.

Mario A. Santos

LA TAN CLARAMENTE OSCURA HISTORIA
DEL SOL Y DE LA LUNA

En un tiempo sin horas
el Sol y la Luna se encontraron
en el cielo.

- ¿Eres acaso tan fría
como pareces?- preguntó el Sol.
- No lo sé, ¿por qué
no pruebas?- contestó la Luna.
- Tengo miedo de herirme-
dijo él.
- Ven, no temas- dijo ella.


Luego el Sol se acercó y le entregó
su luz eterna. Mas la luna se apartó
y a la luz la hizo tinieblas.

- Eres fría como el Hielo
que reina en Las Cordilleras-
dijo el Sol mientras se apartaba
de la Luna.
Y se fue... se alejó... se alejó...


Esta noche, y parado sobre una lágrima
argenta, veré a la Luna pasar, toda vestida
de plata,
llorando en su soledad,
y siguiendo un recuerdo
de luz brillante y escarcha.

Mario A. Santos

viernes, octubre 14, 2005

Someterse a los rituales estúpidos
de la social agrupación humana
que rigen las normas de conducta
y acción de cada persona.
¡Obedece! ¡Haz esto!
¡Haz eso! ¡Haz aquello!
Mierda, ¿por qué?

La última bala
penetró en el último consciente.
Estoy solo.
Hoy conocí lo que significa sonreír.


Anoche, una placa de mármol
cubrió mi última cama.


Mario A. Santos

Alzo mis ojos
para abarcar el cielo
que se cierra sobre mí.
Conozco que mi destino
no está escrito
y que mi rumbo
no está trazado.
Camino hacia allá,
solo siguiendo
el paso de las estrellas
y del sol,
que para muchos
gira en un solo sentido
y que para mí
es tan variable como el viento.

No me dirijo
a ningún lugar en especial,
y vengo de donde
no puedo recordar.
Nací donde mi alma
quiso, el día que quiso,
y moriré donde ella
quiera y cuando quiera.
Ese día me uniré
a los cuatro elementos
y seré tan puro
que la esencia me dará
su nombre.
Y seré música
y seré papel
y seré guitarra
y seré tinta
y seré ese ser
que pisó un planeta
de un sistema
de una galaxia
de un universo
que siempre estuvo
en su interior
y que se aleja
y se pierde en el tiempo
del allá y del aquí
y del ahora y del ayer.

Me voy tan lejos
que ni el tiempo
ni el espacio
ni ninguna dimensión
me recordarán.


- ¿Te marchas?
- Si pudieras entender que mi vida
se dirige por sí misma...
Si pudieras entender que mi tiempo no se cuenta en un reloj...
- ¿Te marchas?



Y solo digo adiós.




Mario A. Santos

Frío. Cuchillos de acero que
han desvestido este corazón
que late en mí.

Dolor. La piel viva que
desgarra los dolores del
parto de un amor.

Tú. La fría lejanía de
tu ser que pinta de sombras
verdes a mis ojos.

Yo. La soledad pesada
de soles grises que
colorean sin colores
los sonidos de mi alma.

- No me dejes...
- Volveré.

Mario A. Santos

Otra vez la génesis
de la agonía sin fin.
El dolor amargo
del sufrimiento de
la piel viva que grita
desde el fondo
de mi pecho.
La asquerosa melancolía
que roba lunas a mis noches
y soles a mis días.
El sueño que
se corta sin motivos.
La vida que se ha muerto.
El llanto sin sentido.
El llanto...
¿Por qué?
Tú...
Te has ido.

Mario A. Santos

LA ESTRELLA Y EL COMETA

- ¿Podré volar contigo? – preguntó la Estrella.
- Solo si lo deseas- contestó el Cometa.
- Sí, lo deseo. ¿Qué tengo que hacer? - dijo la Estrella.
- Desátate las cuerdas - ordenó el Cometa.
- Si me suelto... caeré - fueron palabras de duda.
- Y yo, ¿qué estoy haciendo? - trató de abrir sus
ojos.
- ¿Estás cayendo? - interrogó extrañada.
- Mi niña, volar es eso - concluyó el Cometa
mientras seguía su rumbo
entre cielos de planetas.

Mario A. Santos

Luego de tanto tiempo...

Para ser honesto, no llegué nunca a pensar que tendría tantas visitas interesantes. A todos, muchas gracias por los comentarios y, especialmente, por la paciencia.

A decir verdad, he tenido algunos asuntos que terminar (muchos, muchos, muchos y un poquito más) y no pude refrescar este sitio, pero acá van algunos versos que alguna vez se cayeron en algún papel.

Saludos a todos.

Cronopio Azul

martes, agosto 23, 2005

LA BREVE HISTORIA DE UN AMOR NACIDO ENTRE
UNA ROCA Y UN CORAL, AMPARADOS POR LA
SUAVE CADENCIA DE LA MAREA ALTA

- ¿Hasta cuándo me amarás? - preguntó la Roca
al Coral.
- Te amaré hasta que un ola me arranque de tu cuerpo - contestó
el Coral con su voz apagada de agua.
- ¿Sabes tú cuándo será?
- Pasará cuando La Luna se separe de El Mar.
- ¿Cuándo sucederá?
- No lo sé... hoy... mañana... nunca quizás.

El Sol se casó con La Luna y nacieron mil estrellas.
El Coral nunca volvió, y la Roca se hizo arena.

Mario A. Santos

Mi mente desesperada corre
por un laberinto de colores psicodélicos.
Mi mano toca una pared y ahora
vivo en un universo acromático
donde lo blanco se funde con lo negro

¡Despierta!... ¿Despierto?

Fue acaso esto un sueño
o era la realidad.
Mis ojos siempre estuvieron abiertos
o, al menos,
eso creo.

Mario A. Santos

Con una impaciente paciencia
busco lo que he encontrado
en esta clara oscuridad
lo que recuerdo haber olvidado.

Mario A. Santos

Crecerá en la tarde mi voz
como un grito sin paz.
Rasgaré los suelos de ser
luna sin piel
llanto sin mar.
Más seré semilla al tocar
la flor del ayer
que me hace temblar.
Viviré en recuerdos de pan
dorados con hiel
de tanto amar.
Soñaré con lagos de sal
que siguen allí,
en la oscuridad,
rasguño y verdad.
Y en el frío que rompe tu ser
ese espanto de hielo y dolor,
seguiré guiando una luz,
partiendo las sombras
del atardecer.
Volaré entre karma y cristal
libre al creer que tocarás
este cielo que es solo carbón,
ahora que se cierra el sol.
Y la plata que empieza a asomar
sus copos de cal
en la inmensidad
de este invierno que quiere amparar
con su manto a mi voz,
se verá angustiada al saber
que dejaré
en el viento un eco y olor a soledad.
Que sangrando el alma
se irá, sin un adiós, que partirá.
Y el Astro Menor llorará
gotas de miel
en mis huellas.
Solitario el camino se ve.
A lo lejos, la paz.
Con el paso firme me voy,
quiero nunca parar.
Y grabado en olvido seré.
Nunca mirar
en el ayer.
Y tus ojos de verde selva
no, ya no me verán,
y serán dos cascadas
que al fin
podrán llorar.
Ese llanto fundido estará
en la noche, en cada rincón
pues mi nombre a fuego grabé
en tus montes,
en tu piel.
Una voz que agoniza saldrá
desde cada piedra.
Y en el aire
flotando estará,
mentira y pavor,
mi sangre y verdad
Oscura esta noche será,
y el frío va a envolver
a mi mente que quiere matar
a este dolor,
a mi vida.
Y podré volver al allá,
al más allá,
dejando las tinieblas atrás,
a mi espalda.
El mañana en mí no dará
con las luces su sol.
Yo mañana seré solo tu
fin del temor,
cuerpo... arena.
Mis brazos al cielo alzaré
clamando por vencer
a la niebla que rodéame.
Y llegaré, sí, llegaré
al fin.

Mario A. Santos

¿Qué paso? ¿Qué sigue ahora?
No me importa ya la prisa o la demora.
Si sigo esta vereda o aquella otra.
Si mi vida vagabunda está sola.

¿Qué pasó? ¿Qué viene ahora?
Cuando todo lo que tuve se ha muerto
y hoy mi mundo no es más que un desierto,
que a mi alma con un golpe ha deshecho.

¿Qué pasó? ¿Qué hago ahora?
Si por donde yo muevo solo hay sombras,
y las tumbas de ilusiones se acomodan
entre rosas y espinas que me cortan.

¿Qué pasó? ¿Qué digo ahora?
Si mi boca enmudecida ya no canta,
y mis manos ya no escriben que te aman
mas mi corazón herido hoy te llama.

¿Qué pasó? ¿Qué sueño ahora?
Desperté de un sopor dulce y descubro
que todo lo que yo hago es un discurso
de una realidad ficticia y sin uso.

¿Qué pasó? ¿Qué me sostiene ahora?
El castillo de cristal se vino abajo,
y una brisa de agua fresca hoy me trajo
el recuerdo de un sentir que yo rescato.

¿Qué pasó? ¿Qué vivo ahora?
La tristeza y la amargura me agobian.
La alegría y la dulzura ya me odian.
La ternura es una barco que zozobra.

¿Qué pasó? ¿Dónde estoy ahora?
Cuando el cielo pude tocar con mis manos,
y de arena hoy me siento solo un grano,
en la playa donde soñar es en vano.

¿Qué pasó? ¿Qué soy ahora?
Soy tan solo la sombra de un recuerdo
que tiende a desvanecerse con el tiempo
y a esfumarse con el viento en un sueño.

¿Qué pasó? ¿Me mataste o me maté?

Mario A. Santos

El agua, esa confusión de gases inertes
que antes me daban la vida y hoy me la quitan
en profundidades abismales, oscuras y perdidas.
Giro en la humedad mientras mis pies no rozan
aquellos riscos formados con corales
que esta noche se hacen espirales.
Girar infinitamente, lentamente, indefinidamente.
Llegar hasta la base. Tocar el fondo.
Palpar aquel lodo que se vuela,
entre nubes de medusas y de estrellas.
Nadar entre dos peces de colores
que encandilan el verdor de mis ojos,
y me llevan desde un mundo hasta otro.
La naturaleza que hoy se muere a mi lado
me atrapa y me tiende a su costado.
Dejo el cuerpo
en la tierra,
para ser hecho en corales
una piedra.

Mario A. Santos

Desde el tiempo de los mares.
Tan antiguo como el viento.
Desde que los soles nacen
y existe el silencio.

Tan profundo como el agua.
Tan rebelde como el fuego.
Transparente como el alma.
Tan extenso como el cielo.

Como fuerte es una roca,
y tan alto es un vuelo.
Con fidelidad de sombra.
Como grandes son los sueños.
Como el bello horizonte
que reposa a lo lejos.
Tanto
como el verde de los montes
y los azules del cielo...

Te quiero.

Mario A. Santos

¿Y ahora vuelves?
Cuando de ese amor que por ti sentí
no quedan más que cenizas.
Cuando la pasión ya no existe
y aquel huracán es tan solo brisa.

Dime, ¿cómo te atreves?
A mirarme a los ojos y decirme un lo siento.
A pedir que volvamos a ese sentimiento,
cuando tú me dijiste que te ibas sin regreso.

¿Por qué? ¿Por qué haces esto?
Es que acaso sentiste lo que era el frío
de las noches de luna.
O, es que acaso tan solo tratabas de matarme
y perderme en la bruma.

No... y sal de mi mente.
El daño está hecho.
Por favor no regreses.

Mario A. Santos

lunes, agosto 22, 2005

A Fernando - http://razonatea.blogspot.com/

Creo que el nombre de su blog lo dice todo.

Interesante será, cuando estando "del otro lado", nos encontremos para discutir sobre este asunto. Probablemente, el café será diferente. Probablemente, el lugar será más etéreo. Probablemente, la piel ya no exista. Pero vos y yo, tendremos una conversación como las que solíamos tener.

Pruebas... en este mundo material las pruebas son imprescindibles para que la mente, a través de sus extraños procesos, pueda entender. Sin embargo, en el mundo espiritual, la "fe es la que te salva". La fe no necesita pruebas materiales. La fe no necesita una comprobación matemática. La fe no necesita que un fenómeno pueda ser replicado varias veces en un laboratorio para darlo por verídico; para creerlo.

Entre otros, el miedo, el dolor, la incertidumbre, la soledad (aunque rodeado por un mundo de humanos), hacen que las personas muchas veces se pregunten "qué está pasando". Lo interesante en sí, no es la pregunta, sino la respuesta, misma que puede "encontrarse", "aparecer", "razonarse", "ser dada desde el más allá", "ser proporcionada por el más acá". A lo interesante de esa respuesta, me atrevería a sumarle algo mucho más llamativo: el ser que la formula y las circunstancias en las que se encuentra.

Es hermoso caminar por esta vida y encontrarse en cada esquina con una forma viviente diferente. Es hermoso descubrir que en las diferentes posturas hay una luz de verdad.

En cuanto a los dogmas, poco se puede pedir para comprobar el hecho en el que se sustentan. Ateismo, cristianismo, budismo, aleluyismo (término con el que se puede identificar a todas esas líneas del pensamiento que se juntan en un templo para decir "aleluya"), egocentrismo... en fin, caminos todos para llegar a una misma meta. Vos la llamarás Muerte o Desaparición. Yo la llamaré Vida Eterna o Dios. Otro la llamará Misterio.

El camino te espera largo todavía por ser recorrido. Al final, al otro lado, el café lo invito yo.

Yo soy el peor de tus miedos.
Te acecho en la oscuridad
espiando cada uno de tus movimientos..
Si te descuidas
caeré sobre ti
como la sombra
en la noche.
Si miras hacia atrás
llegaré a ti por adelante.
Y te vigilo...
Me escucho en tus palabras.
Miro por tus ojos.
Siento por tu piel...

... De repente
te tengo frente a mí.
Te busqué...
Te encontré...

El espejo me devolvió
el reflejo despreciable
de un hombre que
se escucha en mis palabras.
Mira por mis ojos.
Siente por mi piel.

Y siento miedo.

Mario A. Santos

El silencio del aire.
El hueco del espacio.
El fin del tiempo.

El cielo se abrió
como estaba escrito.
El tiempo ya no pasa.

Mario A. Santos

Desapareces. Te transformas en oro
y en la noche,
la plata ocupa tu lugar.
Desapareces.

Mario A. Santos

Nacer…
El descubrir la materialidad
del mundo humano.
Dejar el alma
y ser cuerpo.
Fin del pozo,
comienzo la larga agonía.

Mario A. Santos

Dejarse envolver por los hilos de la irracionalidad
para descubrir que la sociedad
es una bastarda creación de la mente
social y particular de la cual mi mente
se escapa para dejarse envolver
por los irracionales hilos de la pura verdad.

Mario A. Santos

Agua sin fin que
se desliza desde el abismo
del cielo para descansar
sobre la tierra que se
incrusta en la mente
para olvidar sus recuerdos
tiñéndolos de rojo
y uva. El vino embriaga
mis ojo y la eternidad
cabe en mis pupilas
mientras mis bolsillos
sostienen a mis manos
y el asfalto se escapa
por debajo de mis pies.

Te sueño pero mis ojos
tratan de borrarte.
Te amo pero tu distancia
trata de olvidarte.

Borracho de soledad
te vomité en un callejón
perdido y luego
la lluvia lavó todo rastro
de vos.

Mario A. Santos